Estuve en la marcha feminista del 20 de marzo, con la que se dio cierre al XI Encuentro feminista latinoamericano y del Caribe. Fue sencillamente fabuloso. De hecho, es mi primera marcha de carácter feminista a la que asisto. No pude inscribirme al XI encuentro por falta de tiempo para hacerlo, con eso de que sería un "encerrón" de todo el día, durante cinco días. Demasiado para esta empleada hija de la esclavitud laboral. Ni modo, tengo una hija que mantener y cuidar.
Pero a la marcha sí me lancé. "¡Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Latina!"... todas juntas, en una sola voz. Me gustó ver a la gente que nos miraba. Muchos hombres tomando fotos con su celular, y muy pocos gestos de "pinches viejas locas". No, la mayoría estaban agradablemente sorprendidos. Eso me gustó. Es indicativo de un cierto cambio en la sociedad, por lo menos la del DF.
Claro que con una marcha no se resuelven siglos de opresión e injusticia. Pero por unas horas hicimos nuestras las calles del centro de la ciudad. Le dijimos al mundo (sí, al mundo porque marcharos mujeres de América y el Caribe) que aquí estamos, que aquí seguimos, que nunca nos iremos de la lucha.